lunes, 15 de marzo de 2010

Excursiones

Hoy he tenido un flash-back cuando iba al trabajo y es que al lado de mi casa hay un colegio y en la puerta de ese colegio habían tres autobuses nuevecitos estacionados en medio de la calle provocando un pequeño colapso. Mientras esperaba a que se movieran he podido comprobar que se trataba de algún viaje de estudios porque subían a ellos chavales de unos 12 años cargados con mochilas y maletas que depositaban en el porta equipajes del autobús.

He vuelto a mis días de colegio cuando lo mejor que te podía pasar ese año era saber que te tocaba viaje de estudios, aún recuerdo el nerviosismo con el que preparé aquel viaje a los Pirineos, fue uno de los mejores de mi vida, tenía 14 años y ¡me iba una semana a esquiar a los Pirineos! Pero el destino era lo que menos importaba, porque desde aquellas excursiones del parvulario a una granja-escuela en las que íbamos todos cogidos de la mano o los viajes culturales que con los hormonas en plena ebullición te parecían un coñazo, lo importante era salir del colegio. 

Por otro lado esta mañana mientras continuaba parada veía la antogónica escena de los chavales super contentos subiendo al autobús y las madres abajo diciendo adiós con caras compungidas y aguantando la lagrimilla. Eso siempre me dejaba descolocada en mis viajes o excursiones, mi madre se quedaba súper triste y era algo que yo no llegaba a comprender y aunque mis padres nunca me dijeron que no podía ir a ningún sitio siempre se quedaban preocupados. Creo que no lo llegué a entender hasta mi primer viaje a Inglaterra con 16 años, pues cuando llevaba dos semanas viviendo en Bimingham con una familia que no conocía de nada y a los que no entendía ni papa, lloraba porque tenía ganas de ver a mis padres y echaba de menos incluso al petardo de mi hermano que no paraba de chincharme a todas horas.

Ese verano entendí aún más si cabe lo imprescindible que es mi familia en mi vida y esta mañana he llegado de muy buen rollo al trabajo recordando mis excursiones del colegio y la sensación de nerviosismo al subir al autobús y saber que a partir de ese momento empezaba la aventura....aunque si os soy sincera, el buen rollo ha durado poco y la aventura ha sido bien distinta a las de aquellos días del colegio.

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