miércoles, 31 de marzo de 2010

La estrella de mar.

Era un hombre bueno, lo recuerdo con aquellos trajes de marinero que le cosía mi madre, eran una obra de artesanía, de género de algodón, mil rayas en gris, pantalón y chaqueta, en el pecho unos ojales redondos se ajustaban con un cordón cruzándolo a modo de cordonera, también llevaba un pantalón corto a juego que le servía para el verano. En invierno una boína negra, cuando el sol calentaba un sombrero de paja de ala corta, colgada al hombro la capaza, siempre lo recuerdo así, a la misma hora que yo volvía del colegio, él lo hacía de la mar.

Aprovechaba las largas y calurosas tardes de verano para arreglar las redes, descalzo en el suelo en pantalón corto y camiseta interior, estiraba la red en la baldosa y valiéndose del dedo gordo del pie la tensaba para poder coserla, cortaba lo roto uniendo de nuevo los trozos. Si estaba sólo tenía puesto el transistor (uno que se trajo de un viaje a Ceuta y que aún funciona).En en invierno, después de comer todos los días mi madre le guardaba de lo que guisaba para los demás, se entretenía un rato leyendo, le gustaban las novelas del Oeste.

Él me enseñó las primeras letras, a rezar y las tablas de multiplicar, los domingos que era el único día que no pescaba hacía el desayuno, le gustaba mucho la cocina, tenía una mano extraordinaria, bordaba el caldero, nunca he vuelto a comer tostadas como aquellas, la forma de echarles el aceite, nunca lo he vuelto a conseguir. He heredado de él lo golosa que soy y también que me encantan los bebés.

Aquella tarde de verano yo estaba jugando al elástico con los demás niños del barrio, había veraneantes y uno dijo "Pepi, tu abuelo", yo dije cuando lo vi venir "No es mi abuelo, es mi padre". Me llamó, me acerqué y me dio una estrella de mar, varias veces me había traído caballitos de mar, pero las estrellas son raras, escasas, era pequeña, me cabía en la mano. La tuve por mi habitación, mucho tiempo, pero al no saber conservarla, se secó y acabó corrompiéndose, espero que con mis recuerdos no me pase lo mismo y pueda conservarlos siempre.

María José López Samper (mi madre).

miércoles, 24 de marzo de 2010

Porque sé que te hace falta

"Muchos quizás no entendáis el significado de este post, pero la única misión es sacar una sonrisa de una carita que sé que está pasando por uno de los momentos más duros por el que una madre puede pasar. Estas líneas se las escribí la noche antes de su boda y sé que le va a hacer bien recordarlas. Te quiero nena, sabes que todo va a ir bien sólo tienes que ser fuerte."


Las Torres de Cotillas, 18 de Octubre de 2008

Queridos Elena y Paco,

Ha llegado vuestro gran día, parece que fue ayer cuando estaba viendo una peli y sonó el teléfono y yo pensaba que era para que me bajara a tomarme una copa con vosotros y míranos donde estamos hoy, y como seguramente estaréis muy atareados y, si os soy sincera, no tengo valor para deciros todo esto porque me azoro y me emociono, pues he decidido que mejor os escribo.

Hace ya unos años que os conozco, a Paco un poco más que a ti Elena, y si os soy sincera jamás creí que nos fuéramos a unir tanto y mucho menos con todo lo que han ido cambiado nuestras vidas. No tengo palabras suficientes para agradecer el que me hayáis apoyado en todo momento incondicionalmente, todo lo que me habéis mimado y cómo me habéis comprendido y sobre todo los problemas que más de una vez os habré causado por estar siempre a mi lado. Dicen que los amigos los cuentas con los dedos de las manos así que con vosotros solo me quedan ocho.

No todo va a ser recordar momentos difíciles o menos bonitos, también me acuerdo de los viajes que hemos hecho juntos, aquella primera casa rural que más que una casa rural parecía que le teníamos que decir a nuestras madres que nos íbamos de cooperantes a Afganistán …¡y eso que les dijimos que dormíamos chicas con chicas! Los botelleos en el Palacio de los Deportes… ¡anda que si las grabaciones de las cámaras de seguridad salieran a la luz! Y así fueron pasando los años y entre veranos yendo a la playa y de fiestas variadas e inviernos de cine y diván, mis viajes a Inglaterra, alguna nochevieja pasada por agua que otra y semanas santas etílicas… ya son casi nueve años…

Si miro al futuro, me dais envidia, envidia porque que estáis hechos el uno para el otro y vais a ser un matrimonio feliz y eso en estos tiempos de locura es muy difícil. Según dice Tolstói "El matrimonio es una barca que lleva a dos personas por un mar tormentoso; si uno de los dos hace algún movimiento brusco, la barca se hunde.", supongo que tendréis momentos duros (que espero sean los menos), pero seguro que si os respetáis y os amáis, como me consta que lo hacéis ahora, sabréis salvar y equilibrar la barca; tenéis muy buenos ejemplos a seguir en vuestras familias y sé que sabréis valorar el matrimonio por lo que realmente significa y si alguna vez necesitáis reconstruir la barca no olvidéis los orígenes de todo ese amor que os ha traído a dar este paso hoy y qué fue lo que os llevo a enamoraros.

Espero veros felices siempre y que me dejéis seguir formando parte de vuestras vidas porque no encuentro las palabras para expresaros lo mucho que os quiero y os aprecio. Sólo deciros que aunque las circunstancias nos separasen en el futuro o cada vez nos cueste meses el volvernos a ver, siempre os llevo conmigo y a mi Pakito y a mi Elena que no me los toque nadie (¡Qué pava soy que ya estoy llorando!), que las puertas de mi casa (si alguna vez la tengo) estarán abiertas para vosotros cada vez que llaméis a ellas, que no os puedo decir que las de mi corazón también lo están porque hace mucho tiempo que os ganasteis ese trozo de mi y que aunque todo esto quede cursi, así soy yo de tonta ¡qué le vamos a hacer!

Muchísimas felicidades,

Victoria

lunes, 15 de marzo de 2010

Excursiones

Hoy he tenido un flash-back cuando iba al trabajo y es que al lado de mi casa hay un colegio y en la puerta de ese colegio habían tres autobuses nuevecitos estacionados en medio de la calle provocando un pequeño colapso. Mientras esperaba a que se movieran he podido comprobar que se trataba de algún viaje de estudios porque subían a ellos chavales de unos 12 años cargados con mochilas y maletas que depositaban en el porta equipajes del autobús.

He vuelto a mis días de colegio cuando lo mejor que te podía pasar ese año era saber que te tocaba viaje de estudios, aún recuerdo el nerviosismo con el que preparé aquel viaje a los Pirineos, fue uno de los mejores de mi vida, tenía 14 años y ¡me iba una semana a esquiar a los Pirineos! Pero el destino era lo que menos importaba, porque desde aquellas excursiones del parvulario a una granja-escuela en las que íbamos todos cogidos de la mano o los viajes culturales que con los hormonas en plena ebullición te parecían un coñazo, lo importante era salir del colegio. 

Por otro lado esta mañana mientras continuaba parada veía la antogónica escena de los chavales super contentos subiendo al autobús y las madres abajo diciendo adiós con caras compungidas y aguantando la lagrimilla. Eso siempre me dejaba descolocada en mis viajes o excursiones, mi madre se quedaba súper triste y era algo que yo no llegaba a comprender y aunque mis padres nunca me dijeron que no podía ir a ningún sitio siempre se quedaban preocupados. Creo que no lo llegué a entender hasta mi primer viaje a Inglaterra con 16 años, pues cuando llevaba dos semanas viviendo en Bimingham con una familia que no conocía de nada y a los que no entendía ni papa, lloraba porque tenía ganas de ver a mis padres y echaba de menos incluso al petardo de mi hermano que no paraba de chincharme a todas horas.

Ese verano entendí aún más si cabe lo imprescindible que es mi familia en mi vida y esta mañana he llegado de muy buen rollo al trabajo recordando mis excursiones del colegio y la sensación de nerviosismo al subir al autobús y saber que a partir de ese momento empezaba la aventura....aunque si os soy sincera, el buen rollo ha durado poco y la aventura ha sido bien distinta a las de aquellos días del colegio.

domingo, 7 de marzo de 2010

27 primaveras

Mi entrada de hoy es simple y concisa, quiero dar las gracias a todos los que día a día me hacéis feliz, a aquellos que durante mis 27 años de vida me habeis dado cariño y me habeis ayudado a crecer como persona, a mis padres que fueron el principio de todo lo que soy hoy y que siguen ayudándome a vivir la vida. Gracias a todos los que os acordasteis de mi el sábado desde todas partes del mundo, no sabéis la ilusión que me hace y gracias a los que habéis pasado el fin de semana conmigo porque no podría haber sido mejor. Y sobretodo a mis supernenas, os quiero.